Filosofía

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Enfoque

Filosofar a partir de problemas

A lo largo de la historia de la enseñanza de la filosofía se han desarrollado diversas modalidades. Entre ellas se destacan: la modalidad histórica (se enseña la historia de las ideas y los contextos en los que estas ideas surgen y se despliegan), la doctrinal (se enseña una filosofía oficial, como el tomismo en la España franquista, o el marxismo en los países comunistas), y la problematizadora.

La enseñanza de la Filosofía en el Ciclo Orientado de la Escuela Secundaria adopta la modalidad problematizadora. Se parte de la formulación de problemas y se recurre a diversas concepciones filosóficas con el fin de intentar dar respuestas, siempre provisorias, criticables y perfectibles, a los problemas planteados. La elección de esta modalidad de enseñanza implica cuestionar un enfoque academicista tradicional, centrado en la transmisión fiel de textos de los filósofos, sin atender al problema que dio origen a esos textos.

Los problemas filosóficos son los que motorizan el filosofar. No se trata de negar la lectura y el análisis de los textos de la tradición filosófica ni de negar su historia, sino de evitar que el trabajo en torno a las teorías y los textos invisibilicen los problemas que se encuentran en su origen. Las teorías filosóficas que se enseñan en la escuela secundaria y los textos que se dan a leer no constituyen un fin en sí mismos sino que se ponen al servicio del ejercicio de la reflexión intelectual sobre cuestiones filosóficas significativas para los docentes y los estudiantes.

Este aporte de la Filosofía contribuye a los propósitos de la educación secundaria en tanto apunta a formar ciudadanos críticos de la realidad social en la que viven y del imaginario instalado en esa realidad.

Práctica del diálogo argumentativo

Puede afirmarse que la Filosofía en el nivel secundario está, primordialmente, al servicio de que los estudiantes puedan participar asiduamente de una experiencia filosófica. El ejercicio del filosofar se relaciona estrechamente con la capacidad de preguntar, y las preguntas sólo pueden plantearse ante algún contenido. Acerca de lo que nada se sabe ni siquiera se puede dudar. No se filosofa sobre “nada” sino sobre “algo”, y ese algo es aportado por los contenidos de la filosofía misma. Por tal razón, se deben proveer los contenidos filosóficos socialmente relevantes para activar la reflexión y la pregunta. Sin embargo, más que considerar a la Filosofía como una ciencia particular con su corpus de conceptos, problemas e hipótesis, se pone el énfasis en considerar la enseñanza y el estudio de sus contenidos como insumo para la práctica del diálogo argumentativo y del pensamiento crítico.

El diálogo argumentativo es algo más que un mero intercambio, tiene la condición de incluir algún tipo de fundamentación racional o empírica en las afirmaciones. A partir de este intercambio, los interlocutores se enriquecen siempre que afirmen su posición personal, (autónoma), junto con una verdadera actitud de escucha hacia los otros.

Defender y respetar la autonomía implica oponerse a la presión colectiva, presión ejercida por los propios compañeros o pares, los mayores y también los medios de comunicación. El ejercicio del diálogo argumentativo implica oponerse a las decisiones individualistas que niegan la posibilidad de hablar sobre las cuestiones controvertidas. El diálogo argumentativo es una de las principales dimensiones para una ciudadanía autónoma. Su importancia es fundamental para construir formas de convivencia y normas comunes en el ámbito de la escuela secundaria.

Ejercitar el pensamiento crítico

La Filosofía está especialmente emparentada con la capacidad del pensamiento crítico. Filosofar es, en lo fundamental, pensar críticamente. Y pensar críticamente es ejercer una facultad compleja que consiste en:

  • someter a examen lo que se sabe, preguntarse por cómo se ha obtenido ese saber, cómo se ha llegado a él y qué es lo que le da confiabilidad;
  • buscar y formular argumentos para asumir o refutar lo que se sabe o piensa;
  • organizar racionalmente las informaciones o datos, aceptando unos y rechazando otros, e intentando armonizar el punto de vista subjetivo con puntos de vista más objetivos o intersubjetivos;
  • cuestionar las creencias infundadas, los prejuicios, y tratar de sustituirlas por ideas argumentalmente sostenibles;
  • cuestionar la realidad como algo inmutable y preguntarse por los procesos de producción de lo real.

La práctica filosófica constituye una actividad crítica de las representaciones sociales establecidas, sobre todo de los aspectos dogmáticos o ingenuos del sentido común, la opinión pública y los contenidos de los medios de comunicación. Implica pensar acerca del proceso mismo de pensamiento, acerca de la naturaleza de las propias creencias y de cómo estas creencias influyen en las experiencias diarias.

La práctica filosófica, en tanto promoción del pensamiento crítico, examina sus propias capacidades, instrumentos y medios, interpela sus condiciones de posibilidad y cuestiona sus supuestos. Es una reflexión y discusión sobre los supuestos o la “naturalización” que sobre diversas situaciones suelen presentarse en tales representaciones.

Pensamiento situado

La filosofía es concebida como un saber que no es meramente especulativo sino más bien, y a la vez, como un tipo de racionalidad práctica. Por lo tanto, el punto de partida y de llegada de la reflexión lo constituyen las situaciones, acciones y experiencias. En tanto discurso, la filosofía es pensamiento situado. Se trata de devolverle a la razón abstracta sus contextos y de situarla en los ámbitos de exploración que le son propios. Si bien los problemas filosóficos y las diversas concepciones filosóficas son resignificados desde el presente, eso no implica desconocer los contextos en los que surgieron esos problemas y se desplegaron esas concepciones.

Significatividad de los problemas abordados

Filosofar es ejercitar una práctica racional y requiere de una actitud inquisidora ante temas o problemas significativos. Que sean significativos quiere decir que los temas y problemas filosóficos a tratar en el nivel secundario tienen que implicar a los sujetos que filosofan (tanto a los docentes como a los alumnos y las alumnas), tienen que convocar el interés de los docentes y ponerse al servicio de las inquietudes de los estudiantes. Sin desconocer las exigencias de la lógica interna de la disciplina filosófica, la selección de contenidos para la enseñanza deberá tener presente los intereses, las vivencias, las necesidades y los posibles interrogantes del grupo. La práctica filosófica en el aula permite tomar en cuenta estos intereses e inquietudes que emergen de la experiencia concreta para volverse reflexión y puesta en cuestión de dicha experiencia.