Democracia y neoliberalismo en Argentina

Historia

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Actividad para todos los estudiantes

Textos para internarse en una etapa de valorización financiera y de democracia formal

En un artículo –ya citado- sobre los 30 años de vida en democracia, Edgardo Mocca escribió respecto del período que se abre en 1989 y concluye con la rebelión popular de 2001: 

El año 1989 es, entre nosotros, el de la crisis hiperinflacionaria y el del segundo ciclo de gobierno democrático. Es también el de la caída del Muro de Berlín y el comienzo del fin de la Unión Soviética. Estamos ya en la época del cenit del neoliberalismo, devenido en sentido común de la sociedad global, (...). Es el fin de la Guerra Fría y el comienzo del nuevo orden mundial de Bush padre, que se exhibiría triunfal ante el mundo con la primera guerra contra Irak. El menemismo es el nombre de esa etapa de nuestro treintenio democrático. Fue la regresión en toda la línea de los tímidos y contradictorios avances de la etapa anterior. Lo fue en aplicación sin matices de las recomendaciones del Consenso de Washington: apertura financiera, desregulación, privatización, garantías inéditas para el capital, “modernización” de las relaciones laborales, entre otras. Lo fue en su alineamiento incondicional con la principal potencia mundial y en el abandono de las posiciones soberanas fijadas por Alfonsín, al punto de participar en la mencionada guerra inaugural del nuevo orden unipolar. Lo fue también en materia de la relación con los crímenes de la dictadura a través del indulto a sus máximos promotores y ejecutores. El período de De la Rúa al frente del gobierno de la Alianza no entrañaría otra novedad más que la continuidad de esa política y el acelerado derrumbe nacional que precipitó.

¿Cómo fue posible esta regresión? ¿Cómo esta restauración neoconservadora que implicaba edificar una sociedad extraordinariamente desigual e injusta, pudo afianzarse en democracia? ¿Cómo se lograron transferir a la esfera privada empresas que, como Y.P.F. o Gas del Estado, eran patrimonio de varias generaciones de argentinos y argentinas? ¿Cómo modificó el paisaje social el crecimiento de la desocupación? ¿Qué consensos y resistencias provocó la aplicación del modelo?

Un conjunto de textos que seleccionamos y que, en muchos casos, recreamos, servirá para comenzar a dar respuesta a algunas de estas preguntas. Seguramente tendremos que acompañar a nuestros alumnos en su lectura, propiciando la comprensión lectora, la construcción de conceptos y la búsqueda de soluciones a estos y otros interrogantes. De este modo, así como con el análisis de muchas otras fuentes, podremos ayudar a que los jóvenes se acerquen a un momento del pasado reciente que sigue siendo crucial para nuestro presente.

Fuente 1

De la revolución productiva y el salariazo al endiosamiento del mercado

Carlos Saúl Menem ganó las elecciones de 1989 bajo las consignas de Revolución Productiva y Salariazo, es decir desde banderas que se entroncaban con sentidas y arraigadas tradiciones del peronismo. Las elecciones se desarrollaron en medio del caos y el desprestigio del gobierno del radical Raúl Alfonsín, incendiado en las llamas del proceso hiperinflacionario desatado sólo unos pocos meses atrás.

A pesar del amplio apoyo electoral recibido, el nuevo presidente y su partido no quedarían al abrigo de las presiones de las distintas fracciones de los sectores dominantes. Prueba de ello es que la decisión de colocar en el Ministerio de Economía a un hombre de la multinacional Bunge y Born (representativo de los grandes grupos económicos locales) desató, en diciembre de 1989, otro golpe hiperinflacionario que, sólo se detuvo ante el compromiso del nuevo gobierno de aplicar las políticas neoliberales reclamadas por los acreedores externos.

Pronto se haría evidente que, el pánico generado por la hiperinflación no sólo ejercía un brutal poder de disciplinamiento sobre la sociedad –colocada en disponibilidad para aceptar lo hasta hacía poco inaceptable-, sino también sobre la dirigencia política y sindical que, mediante estos métodos, no sólo era presionada para retomar los pagos de la deuda externa, sino también para impulsar transformaciones profundas en el modelo económico, la sociedad y la forma de Estado vigentes.

La nueva corrida cambiaria y la hiperinflación consecuente llevaron a Menem a remover a su equipo económico y reemplazarlo por otro conducido por un hombre de su confianza, el contador riojano Erman González. Atendiendo a los requerimientos de los acreedores externos, el nuevo ministro capturó compulsivamente los plazos fijos, el dinero de las cajas de ahorro y la deuda interna a cambio de títulos públicos en dólares pagaderos a diez años (Plan Bonex); saneó las cuentas públicas, liberalizó los mercados de cambios; renegoció la deuda externa y puso en marcha el proceso privatizador de las empresas estatales.

Tal programa fue profundizado desde 1991 con la llegada al Ministerio de Economía de Domingo Felipe Cavallo. Miembro de la Fundación Mediterránea, recientemente ingresado al P.J., el ex funcionario de la dictadura que había estatizado en 1982 una parte de la deuda de las empresas privadas, llegó al cargo de ministro rodeado de los laureles de su graduación en Harvard y revestido del aura de brillante técnico que, actuando por encima de los intereses sectoriales, se ocuparía del bienestar general. En nombre del mismo, impulsó el plan de convertibilidad, estableció un tipo de cambio fijo con el fin de estabilizar el nivel de precios, puso en marcha la apertura comercial, eliminando o disminuyendo selectivamente los impuestos a la importación, reformó la ley de empleos legalizando la contratación de mano de obra temporaria, limitando el derecho de huelga y reduciendo las indemnizaciones por despidos. Asimismo, se abocó a reformar profundamente el Estado mediante la privatización de las empresas públicas, los cambios en el sistema impositivo y en la seguridad social, la federalización y el traspaso de funciones a las provincias.

Fuente 2

Un consenso de pocos para muchos

Lo que sucedía en Argentina tenía proyección mundial. Desde mediados de los años de 1970, los grandes poderes económicos internacionales entraron a cuestionar y limar las bases sobre las que se sustentaba el Estado de bienestar keynesiano. Como contrapartida, pregonaban las bondades del libremercado. Desde fines de la década de 1980, la disgregación del bloque soviético, dejó al capitalismo sin el contrapeso que lo había llevado, según Eric Hobsbawm (1998), a aceptar las regulaciones del Estado y una política de compromiso con la clase trabajadora. Liberado de esas trabas y favorecido por las transformaciones tecnológicas en las comunicaciones, lanzó una batalla contra los Estados nacionales, el movimiento obrero y los derechos de los trabajadores.

El capital necesitaba de un mundo desregulado, para mover libremente sus capitales, comprar y vender sin restricciones, y localizarse donde pudiera extraer sin controles y al más bajo precio los recursos de la naturaleza, así como para contratar mano de obra barata, precarizada y flexibilizada.

Estas ideas se condensaron en el denominado Consenso de Washington, un acuerdo celebrado en 1989/1990 entre los representantes del Departamento de Estado norteamericano, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los presidentes de los bancos privados más poderosos del mundo y los ministros del Grupo de los Siete (G7) que congregaba a los países industrializados con mayor peso económico, político y militar a escala global. Esos países eran Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Gran Bretaña.

El Consenso obligaba a los firmantes a que sólo otorgarían ayuda financiera a los países endeudados que adoptasen las políticas por ellos sugeridas, a saber: reformar el Estado minimizando sus funciones sociales, como salud y educación; privatizar las empresas de servicios públicos; enajenar las reservas energéticas; otorgar facilidades a las inversiones extranjeras; liberar el sistema financiero; aumentar la recaudación impositiva; reducir el déficit fiscal.

Eran, en síntesis, las ideas de la llamada economía de libre mercado, que buscaba acabar con el patrón de desarrollo basado en la intervención estatal, las políticas proteccionistas en favor del sector industrial, la redistribución del ingreso y la promoción del mercado interno.

Los gobiernos de Ronald Reagan (1981-1989) en Estados Unidos y de Margaret Thatcher (1979-1990) en Gran Bretaña se convirtieron en referentes internacionales de estas políticas, articuladas a nivel ideológico por la corriente monetarista y las propuestas de su máximo exponente, Milton Friedman, premio Nobel de Economía en 1976.

En la periferia, el Consenso de Washington se impuso por la presión de la deuda externa y la necesidad de financiamiento. (Mazzeo, 2002 y 2006) En relación con esto, es impactante observar que el derrotero seguido por Menem en Argentina, fue muy similar al que recorrieron otros presidentes latinoamericanos electos a fines de los ’80, como los de Venezuela, Brasil, Perú o Bolivia. En todos estos casos, una vez que los nuevos mandatarios asumieron el gobierno, abrazaron como propios el programa neoliberal y los postulados del Consenso de Washington que tanto habían criticado durante sus campañas electorales.

Fuente 3

Valorización financiera, convertibilidad y endeudamiento

Lo que terminó de concretarse durante los ’90 y, desde 1995, con la aprobación electoral de una parte importante de la sociedad, es la quiebra el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones, vigente en la Argentina desde los años ’30 y profundizado durante el primer peronismo. En su reemplazo, se consolidó un modelo económico que ya no se asentaba en la agroexportación (1880-1930) o en la industria (1930- 1976): el nuevo modelo estaba basado en la valorización financiera. Y cuando hablamos de ella, no aludimos únicamente a la enorme rentabilidad que obtenían los bancos o el sistema financiero en general, sino también a la renta financiera que embolsaban los capitales oligopólicos, líderes en las restantes actividades económicas, como la producción industrial, agropecuaria y los servicios privatizados.

Esto era posible porque las tasas de interés eran las que brindaban mayor rentabilidad dentro del sistema económico, y por el rol que jugaron la deuda externa, así como el plan de convertibilidad y otras reformas estructurales, impulsadas por el ministro Cavallo desde 1991.

El Plan de Convertibilidad establecía una paridad cambiaria fija: un dólar equivalía a un peso. Por el mismo, el Poder Ejecutivo Nacional se comprometía no sólo a no modificarla, sino también, para garantizar la paridad, a no emitir moneda por encima de las reservas.

El Estado renunciaba así a la soberanía monetaria y se enajenaba la principal herramienta de intervención en la economía. Pero, como contrapartida, el plan resultó exitoso en materia de descenso de la inflación en los primeros años de la década del 90, constituyéndose en uno de los aspectos legitimadores más importantes del gobierno de Menem, durante sus dos mandatos. Los primeros años de la Convertibilidad fueron, como ya lo señaláramos, tiempos de crecimiento del P.B.I., del aumento del consumo y de un ingreso de capitales que permitió la expansión de la oferta monetaria, así como la reaparición del crédito.

Pero, para sostener la paridad cambiaria y para que el plan fuera exitoso a largo plazo, era necesario que se inyectara regularmente una determinada cantidad de dólares al circuito económico local. Era preciso, por lo tanto, contar con altos niveles de exportación o en su defecto con una entrada regular de capitales. Sin embargo, la entrada de dólares a la Argentina comenzó con las privatizaciones (aproximadamente 20 a 25.000 millones de dólares) y continuó con endeudamiento externo.

El recurso de obtener dólares en el exterior para sostener el uno a uno se utilizó cada vez más desde 1994/1995 hasta fines de 2001. La toma de deuda se dio no sólo a través de bancos comerciales y organismos internacionales de crédito, sino sobre todo mediante la emisión de bonos de deuda pública.

En consecuencia, la deuda fue creciendo de manera espectacular. Si al fin de la dictadura alcanzaba los 45.000 mil millones de dólares, se calcula que, en 1991, ya había alcanzado una cifra aproximada a los 61 mil millones, para llegar al fin de la década a cerca de 140 mil millones de dólares.

Resulta llamativo observar la evolución que, simultáneamente, siguió la deuda privada: pasó de aproximadamente 3.500 millones de dólares en 1991 a casi 35.000 millones al finalizar la década. Eduardo Basualdo (2001) sostuvo que la contracara de este endeudamiento del sector privado fue la fuga de capitales al exterior, replicándose así el proceso de valorización financiera que tuvo lugar durante la última dictadura. Como en los tiempos de Martínez de Hoz, el capital privado tomaba deudas en el exterior, las transformaba en pesos que colocaba en el sistema financiero local a tasas de interés superiores a las vigentes en el mercado internacional, para luego, con los pesos resultantes, comprar dólares (dólares que, en virtud del anclaje del uno a uno, se habían ido subvaluando) y fugarlos. Excelente negocio, sobre todo porque las pesadas consecuencias del peso de la deuda y de la fuga de capitales recaerán luego sobre el Estado y, a través del mismo, vía impuestos y ajustes, sobre las mayorías populares, que de este modo financiarían una vez más el círculo vicioso de la valorización financiera.

La deuda externa se fue transformando en una bola de nieve que, en la medida que crecía, arrastraba a una mayor dependencia a los gobiernos argentinos respecto del extranjero. La defensa de este último estaba a cargo del F.M.I., el que, a medida que aumentaban los compromisos financieros de la Argentina, incrementaba sus presiones para continuar con las reformas estructurales que permitieran atender el pago de los intereses de la deuda.

Todas las decisiones de política económica quedaron atadas al eje directriz de la Convertibilidad. Cuando se acabaron los dólares de las privatizaciones, se apeló al endeudamiento externo. Pero, desde mediados de la década, comenzaron a manifestarse los primeros signos de insustentabilidad del modelo convertible ante problemas del capitalismo global, que se exteriorizaron en la crisis financiera de México (1994), la del sudeste asiático (1997) y la del Brasil (1999). Ante las dificultades consecuentes para atraer capitales, comenzaron los procesos de ajuste, es decir de achicamiento de gastos del Estado, de disminución de los salarios de estatales y jubilados, de deterioro creciente de los servicios de salud y de educación públicos, para citar algunas de sus consecuencias.

El flujo de capitales externos representaba la condición de existencia del régimen monetario. Por lo tanto, la idea de seducir a los mercados resultaba cada vez más imprescindible, a la vez que una opción terrible para la sociedad argentina ya que seducir significaba resignar cada vez mayores cuotas de soberanía y derechos de los trabajadores y de los ciudadanos, considerados hasta no hacía mucho tiempo inalienables.

Fuente 4

Un modelo de acumulación basado en la valorización financiera

Durante el gobierno de Carlos Menem, en sintonía con la consolidación hegemónica de la ideología neoliberal a nivel global y local, el modelo de acumulación basado en la valorización financiera profundizó su funcionamiento estructural. Luego de una intensa lucha ideológica de trincheras que venía ganando intensidad a fines de la década de los ochenta, entre 1989 y 1991, las ideas neoliberales lograron materializarse en la aplicación de un conjunto de políticas de orientación promercado, al tiempo que se constituyeron en la matriz sociocultural dominante de la sociedad argentina. La sanción parlamentaria de la convertibilidad a comienzos de 1991 fue el acontecimiento que marcó, material y simbólicamente, la consolidación del modelo de acumulación financiera. El nuevo régimen monetario implicaba la fijación por ley de la paridad cambiaria entre el peso y el dólar. Para sostener el 1 a 1 entre la moneda argentina y la norteamericana el Banco Central asumió la obligación de mantener la relación entre las reservas y la base monetaria, se suspendieron las indexaciones en precios y salarios y se eliminó definitivamente la emisión monetaria como herramienta para financiar el déficit fiscal. La puesta en marcha del plan fue acompañada por una profundización de la orientación neoliberal que había adoptado el gobierno de Menem al comenzar su mandato. Fue así como a la nueva paridad se sumaron una desregulación de las actividades económicas, la profundización de la Reforma del Estado, la apertura indiscriminada del mercado externo y la articulación de un proceso de privatización de empresas públicas con la reestructuración de la deuda pública. Si bien en un comienzo el régimen monetario cumplió con el objetivo de contener la suba de los precios domésticos, pasado el primer momento de auge del plan motorizado por el ingreso de capitales externos, quedó al descubierto que la combinación de la fijación cambiaria con las reformas neoliberales estaba generando el desmantelamiento de gran parte del aparato estatal y productivo, profundizando la desigualdad social.¿Cómo opera y cuáles son los principales rasgos del modelo de acumulación basado en valorización financiera? En Argentina el modelo de acumulación financiera asumió la forma de la extranjerización de la economía y la fuga masiva (legal e ilegal) de los excedentes acumulados en la actividad económica interna. El mismo funciona mediante un mecanismo perverso por el cual el excedente generado en el país nutre la acumulación en empresas transnacionales, las colocaciones financieras de los argentinos en el exterior y las colocaciones secretas en paraísos fiscales. Este modelo es de carácter parasitario: se alimenta de la destrucción del aparato productivo industrial y de las economías regionales, así como de una brutal reducción de los ingresos de la inmensa mayoría de la población. Como contracara y por su misma naturaleza es retrógrado, ya que produce una redistribución regresiva del ingreso y una concentración de la propiedad, el capital, el conocimiento, las instituciones y el poder político.

Fuente 5 

Sectores populares sin representación en una democracia formal o procedimental

En los años ’90 asistimos al menos a una doble paradoja, consistente en que no sólo un modelo excluyente fue profundizado durante un régimen democrático -en el que podía suponerse una oposición popular importante-, sino que tuvo como principal promotor al partido –el peronismo- que, históricamente, se opuso a este tipo de políticas.

¿Cómo fue posible que un modelo que no había logrado adhesión popular desde la caída del peronismo en 1955, hasta al menos fines de los años ‘80, si la tuviera en los ‘90? ¿Cómo el sector capitalista más concentrado pudo impulsar sus políticas sin apelar al tradicional método de instaurar dictaduras que sucedían a los también tradicionales golpes de Estado cívico-militares? 

Por un lado, ya señalamos el brutal poder disciplinador que ejercieron las hiperinflaciones. También la influencia del poder mediático insistiendo constantemente en las virtudes del neoliberalismo y en el más extremo individualismo. Pero, hace falta introducir otro elemento, relacionado con las modificaciones que, paralelamente al achicamiento del Estado, la privatización de las empresas públicas, la concentración de la riqueza en pocas manos y la desocupación creciente, se operaron en el ámbito político. Para internarnos en algunas de sus características, seguiremos a Eduardo Basualdo (2001). Este investigador señala que si analizamos a los dos partidos políticos que a lo largo del siglo XX lograron captar el apoyo mayoritario de los sectores medios y populares, se puede observar que las modalidades discursivas y las prácticas políticas del P.J. y la U.C.R. cambiaron en relación a lo que era ya una tradición en cada uno de ellos, para asumir en ambos características comunes.

El peronismo levantó históricamente la defensa de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política; el radicalismo se erigió en el paradigma de la defensa de los derechos cívicos y de la ciudadanía política. Pero, bajo las dos presidencias de Menem, ambos partidos rompieron con este tipo de discursividad y convocatoria, acercándose o abrazando lisa y llanamente la ideología neoliberal, así como un pragmatismo despolitizante.

El elenco político conformó, efectivamente, un lenguaje posibilista, donde la política se redujo al arte de lo posible y en el que el adversario se construye en el pasado, es decir en los errores que, según este grupo, llevaron a la hiperinflación.

La política se fue constituyendo crecientemente en una gestión mediática, abandonando la movilización y reduciendo sus propios márgenes de maniobra. Lo que se produce es una reorganización audiovisual de la esfera política, acompañada por el vaciamiento del discurso político. Hasta el Frepaso, que aparece en el universo político de los '90 como una fuerza cuestionadora que capta las expectativas y esperanzas de millones de argentinos desesperados ante las transformaciones operadas por el menemismo, descree de organizar a sus bases, de formar políticamente y asentarse en una fuerte y extendida militancia, para privilegiar un partido de notables y a la instancia mediática como modo de relación con la sociedad.

En el contexto de una política limitada al pragmatismo o a la denuncia de los hechos de corrupción, las medidas tomadas desde 1989 y durante los ‘90 muestran –según Basualdo- a una clase política colonizada, condicionada y subordinada al poder económico. Una clase política que, mayoritariamente, ha sido cooptada por los sectores dominantes, quienes buscan de este modo dejar sin representación a los sectores populares, y así inmovilizarlos, dejarlos sin capacidad de resistencia frente a la pérdida de derechos y de bienes colectivos, como las empresas del estado privatizadas.

¿Cuáles son las herramientas o instrumentos que utilizan para descabezar a los sectores populares de sus líderes y/o representantes? Si bien no hay que dejar de lado el rol que pudo haber jugado la herramienta ideológica, la principal vía de cooptación –afirma Basualdo- son factores de índole material: es decir, en Argentina, cobra importancia decisiva la corrupción y los altos ingresos relativos que perciben los integrantes del sistema político.

El proceso comenzó en los últimos años del gobierno alfonsinista y llegó a su cenit con el plan Brady y las privatizaciones. En ese momento, se operó la incorporación del sistema bipartidista en su conjunto a la órbita de los sectores dominantes, descabezando, de esta manera, al resto de los sectores sociales, inhibiendo su reacción sin concesión alguna. Este tipo de relación entre el poder económico y el sistema político es caracterizada por Eduardo Basualdo, como una forma de transformismo, el transformismo argentino.

En esta situación, la democracia fue transformándose a lo largo de la década en un mero procedimiento reducido a la posibilidad de votar. En términos de José Nun (…), no se trata del gobierno del pueblo sino de un gobierno de los políticos en el que al pueblo sólo le toca legitimar a los gobiernos. Alfredo Pucciarelli (2011) la denomina democracia expropiatoria. El término designa el despojo, es decir la exacción de bienes ya obtenidos y la eliminación de conquistas sociales ya consagradas, consideradas como una parte del sistema de pertenencias de los despojados.

Finalmente, los alumnos podrán ingresar a la web Voces del Centenario y acceder a entrevistas, discursos, películas y documentales que les serán muy útiles para agregar información y, sobre todo, para conocer otros puntos de vista e interpretaciones sobre el período. Particularmente, recomendamos la entrevista realizada al filósofo Ricardo Forster sobre las consecuencias sociales y culturales del menemismo, así como sobre el estallido de 2001. 

Entrevista a Ricardo Forster

Entrevista realizada al Filósofo Ricardo Forster para la producción "Voces del Bicentenario"

El trabajo realizado con fuentes de información ricas y diversas, pondrá seguramente a los estudiantes en mejores condiciones para habilitar el rescate y la puesta en valor de los recuerdos y vivencias de miembros de la comunidad, y muy especialmente de sus familiares. Es decir, la memoria colectiva, los recuerdos individuales contextualizados en su marco social, pueden ser rescatados en términos pedagógicos, y ayudar a la construcción de puentes generacionales, que vinculen la experiencia de los familiares de los estudiantes con las temáticas escolares, a través de situaciones didácticas que aborden cuestiones de alto impacto en el pasado reciente, tales como: apertura y desregulación económica, privatizaciones, desindustrialización, flexibilización laboral, tercerización económica, desempleo estructural, democracia procedimental y crisis de representatividad.

Actividad para todos los estudiantes

Piquetes y piqueteros: Canciones y documentales para acceder a las resistencias al modelo neoliberal 

Los sectores populares sufrieron durante estos años una dura derrota. Además del terrorismo de Estado y del terror impartido por el gran capital mediante las hiperinflaciones y la desocupación, asistieron al descabezamiento de sus partidos, sindicatos y organizaciones, mientras recibían un discurso monolítico e intenso desde los medios de comunicación sobre las ventajas del libre mercado. No obstante ello, hubo sectores que ofrecieron una tenaz resistencia. Nos referimos a muchos trabajadores del Estado que, abandonados por sus dirigentes gremiales, se opusieron a las privatizaciones; también aludimos al Grupo de los Ocho diputados justicialistas que, liderados por Germán Abdala y "Chacho" Álvarez, se separaron del menemismo cuando este se alejó durante 1989-1990 de sus promesas electorales. Aludimos a la Central de Trabajadores Argentinos (C.T.A.), que comenzó a gestarse a fines de 1991. Entroncada con la tradición combativa y popular del sindicalismo argentino de la C.G.T. de los Argentinos, fue configurando un movimiento social donde convergieron no sólo los trabajadores con empleo sino también los desocupados, los jubilados y todos los excluidos por el modelo. Algunas organizaciones de jubilados, ante una indiferencia social extendida, se reunían todos los miércoles frente al Congreso para reclamar por la situación de desamparo que padecían. Junto a ellos, en otra batalla convergente, las Madres de Plaza de Mayo y los organismos de Derechos Humanos reclamaban, en forma incansable e indeclinable, que no se olvidara ni se perdonara a los responsables del genocidio.

Una de las novedosas formas que asumió la resistencia popular en los años en que los postulados neoliberales colonizaron la estructura estatal estuvo marcada por las asambleas de desocupados y el corte de rutas. Esta última modalidad, etiquetada como "piquete" desde el discurso periodístico hegemónico, sirvió, por extensión, para denominar a sus protagonistas como "piqueteros". 

Su emergencia se relaciona con el proceso de privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Iniciado a principios de la década de 1990, provocó, en distintas provincias petroleras, un intenso crecimiento de la desocupación.

En Cutral Co, Neuquén, en 1992, un grupo de antiguos operarios de la petrolera, que habían quedado desempleados, acompañados por sus mujeres e hijos, cortaron la ruta número 22, inaugurando una modalidad de protesta social que se replicaría en otros lugares de nuestro país. 

Entre 1994 y 1995 el movimiento piquetero se extendió a Tartagal, en Salta, donde la privatización de YPF también había dejado una secuela de desempleo y postergación social.

En 1996-1997 se produjeron multitudinarias puebladas en Cutral-Co y Plaza Huincul (Neuquén) y en Tartagal y Mosconi (Salta). De estas, además de los desocupados y sus familiares, participaron también comerciantes, docentes y pequeños empresarios, en lo que constituyó una verdadera demostración de resistencia comunitaria. 

A partir de ese momento proliferaron los grupos piqueteros, con especial énfasis en el conurbano bonaerense.

La respuesta del gobierno nacional fue una combinación de represión (a través del accionar policial y de Gendarmería) y un intento de control del movimiento piquetero a través de la "ayuda social". En este último sentido, en 1996, el Estado Nacional lanzó los "Planes Trabajar", basados en subsidios y asistencia alimentaria, a cambio de horas de trabajo como contraprestación. Mediante los "Planes Trabajar", se pretendía paliar algunas de las demandas piqueteras y, al mismo tiempo, generar vínculos de control y dependencia entre los grupos rebeldes y los referentes políticos del gobierno nacional.

Ahora bien, a pesar de las estrategias de control clientelar por parte del gobierno nacional y a pesar del intento de algunos partidos de izquierda de conquistar a los piqueteros para sus proyectos políticos de transformación social radical, la mayoría de las organizaciones continuó, durante muchos años, privilegiando sus métodos de horizontalidad asamblearia y autonomía frente a los sindicatos y los partidos políticos. 

La historia, los métodos de lucha, las estrategias comunitarias, las formas de vida y los conflictos de este nuevo actor social surgido de la crudeza de las políticas neoliberales pueden analizarse desde distintos tipos de fuentes. A continuación presentamos algunos recursos (documentales y letras de canciones), así como sugerencias de actividades, que los docentes podrán utilizar y eventualmente reformular en virtud de contar o no con acceso a internet, así como en función de otras particularidades del contexto en que desarrolla su labor profesional.

El trabajo con documentales

El uso pedagógico de documentales aporta, desde el lenguaje audiovisual, posibilidades muy fecundas para alentar el ingreso al estudio de distintas temáticas sociopolíticas. Sin embargo, para su utilización en el aula, es necesario aplicar los procedimientos de análisis crítico que corresponden a toda fuente de información. Los documentales generalmente se plantean desde la pretensión de presentar de manera neutra y transparente la realidad. Sin embargo, las imágenes, los textos, la música y todos los componentes seleccionados y organizados para su producción, responden a un discurso intencional y situado que es necesario develar a través del análisis de su contexto de producción.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, proponemos la observación del documental Pueblada de Cutral Có y Mosconi. Forma parte de la serie de documentales Huellas de un siglo, una producción de la TV pública, elaborada por un prestigioso equipo de historiadores, guionistas, periodistas y directores de cine. Su visionado puede contribuir fundamentalmente a comprender  la complejidad del proceso. 

Pueblada de Cutral Co y Mosconi

Video Pueblada de Cutral Co y Mosconi
Video Pueblada de Cutral Co y Mosconi

También se podrá buscar más información sobre el tema recorriendo el sitio Voces del bicentenario y analizar especialmente un fragmento allí incluido del documental La dignidad de los nadies. 

La dignidad de los nadies

Fernando "Pino" Solanas

2005

Se trata de un documental que recoge testimonios de la resistencia social en Argentina, frente al hambre y el desempleo producidos por el modelo neoliberal imperante en la década de 1990. Son historias de hombres y mujeres en las que prima la solidaridad y la esperanza colectiva en medio de la crisis económica.

Se podrá proponer a los estudiantes un cuestionario para guiar su atención hacia algunas cuestiones nodales del tema en estudio. Entre las consignas, podrían figurar los siguientes interrogantes y propuestas:
a) ¿Por qué se conforma y expande el movimiento piquetero? ¿Cuál es el contexto socioeconómico y político en que emergen y se construyen estos grupos de resistencia?
b) ¿Cómo se organizan los grupos piqueteros para la toma de decisiones y qué tipo de actividades comunitarias realizan más allá de los bloqueos a rutas?
c) Seleccionar una escena de los documentales citados que refleje la dinámica combativa del movimiento piquetero, y poniéndose en el lugar de los protagonistas de la escena, elaborar grupalmente un petitorio a presentar a las autoridades políticas donde se resuman sus principales necesidades.

El trabajo con canciones

Resulta altamente significativo incorporar al análisis de los fenómenos sociales diversas obras de arte, que desde el manejo de la metáfora y los simbolismos propios de cada lenguaje artístico, nos ayudan a comprender desde otras perspectivas gran parte de los asuntos que interesan a la Historia. En este caso, a través de algunas canciones que versan sobre el movimiento piquetero, intentamos abrir otra ventana para que las expresiones de la cultura popular ingresen al aula y enriquezcan nuestras miradas.

A continuación transcribimos la canción “Los métodos piqueteros” de la banda musical Las manos de Filippi. 

Proponemos que luego de leer (y escuchar) la canción, los alumnos elaboren un diálogo que podría haberse dado en el interior de una asamblea piquetera, incorporando los conceptos: burocracia, métodos, herramienta y clase obrera. 

Valga aclarar que, cuando en la canción se habla de burocracia, se está haciendo referencia a la burocracia sindical, especialmente a los líderes del sindicalismo, que aceptaron la privatización de las empresas públicas sabiendo que traería aparejada, entre otras cosas, la pérdida de numerosos puestos de trabajo. No hay que olvidar que una prenda de negociación utilizada para minar las resistencias sindicales fue otorgarle a varios sindicatos un porcentaje del paquete accionario en las nuevas empresas privatizadas. Por otra parte, cuando en la canción se habla del poder de la clase obrera, se está haciendo foco en una forma de pensarse a sí mismos que tenían/tienen los desempleados, es decir, se piensan como trabajadores, como miembros de la clase obrera momentáneamente desocupados, conectados o al menos con la intención de seguir conectados con las luchas históricas de su clase social.

Los métodos piqueteros (Las manos de Filippi)
Los mejores, los únicos/Los métodos piqueteros.../Se les quema el pantalón./ Todos se van a quemar/ Cavallo, De La Rúa/ y empiezan a desfilar./La burocracia tira agua/y no moja ni la carpita./ La herramienta piquetera/ no quiere que se repita./ ¡Corte de ruta y asamblea!/ ¡Que en todos lados se vea/ el poder de la clase obrera!/ Cavallo, De La Rúa/ y empiezan a desfilar./ La burocracia tira agua/ y no moja ni la carpita./ La herramienta piquetera/ no quiere que se repita./ ¡Corte de ruta y asamblea!/ ¡Que en todos lados se vea/ el poder de la clase obrera!

Proponemos también trabajar con la canción “Olor a goma quemada” de Rafael Amor. 

Es interesante analizar qué situación social describe el autor, a quiénes responsabiliza, qué opinión le merecen las resistencias populares, qué derechos conculcados reclama. A partir de allí, los estudiantes estarán en condiciones de realizar distintas actividades. Aquí proponemos la elaboración de un collage que interprete gráficamente lo que el tema plantea.
Olor a goma quemada (Rafael Amor)
Olor a goma quemada, viene/ de los barrios de la hambruna./ Llama el bombo y el piquete/corta la ruta./ Llamarada y humo negro, crecen/ y entre chispa y reverbero,/ con perfiles de ceniza,/los piqueteros./ Una mujer piel y huesos marcha/ y en sus pechos consumidos/ va amamantando otro hambriento/ recién parido./ Para mi pueblo Argentino, salud,/la libertad y el trabajo./La dignidad de los libres del sur/ que tantas veces cantamos./ La dignidad de los libres del sur/que tantos han traicionado./ Yo en patas y hambreado soy la violencia/ y ellos armados hablan de paz…/ Olor a goma quemada, temen,/ que se chamusque la historia./Dos cosas que les espantan,/ pueblo y memoria./ Con un “me duele” de reuma llegan/ hasta los hipermercados/ a reclamar la comida/ los jubilados./ Y van al corte compadre, firmes,/ frente a la gendarmería/ y en las ollas populares/ clama la vida./ Para mi pueblo argentino, salud,/ la libertad y el trabajo,/la dignidad de los libres del sur,/que tantas veces cantamos./La dignidad de los libres del sur/que tantos han traicionado./ Yo en patas y hambreado soy la violencia/ y ellos armados hablan de paz.

Actividades optativas

Opción 1: La privatización de YPF desde textos académicos

La venta de las empresas públicas constituía una exigencia de los acreedores externos. Éstos esperaban cobrar sus acreencias con el Estado mediante el dinero que se obtuviera en el proceso privatizador. En sintonía con tales expectativas, el Estado argentino aceptó bonos o títulos de la deuda a su valor nominal (aunque la mayoría de ellos se habían desvalorizado enormemente) como medio de pago de las empresas públicas que traspasó al sector privado. El Estado obtuvo alrededor de 20.000 millones de dólares en títulos y efectivo por las empresas privatizadas. Los valores de venta, en términos generales, se encontraron muy por debajo del valor al que estas empresas cotizaban internacionalmente. Los acreedores cambiaron títulos de deuda de cobro dudoso (como sugería su reducida cotización internacional) por acciones de empresas monopólicas cuyos beneficios eran seguros.

Entre las empresas públicas privatizadas, figuran la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) que fue dividida entre Telecom (una empresa italo-francesa) y Telefónica (una compañía española en sociedad con el Citibank), la aerolínea de bandera (Aerolíneas Argentinas) comprada por Iberia, y también los trenes, sector en el que las empresas privadas cerraron los ramales considerados menos redituables conservando sólo los servicios de carga y muy pocos servicios de transporte de pasajeros. Además, se concesionaron rutas nacionales: alrededor de 10.000 kilómetros construidos con presupuestos públicos fueron otorgados a los privados para su explotación con el sistema de peajes. Otros recursos que cayeron en la esfera privada fueron los yacimientos petrolíferos (Y.P.F.), Gas del Estado, subdividido en ocho zonas para su distribución; Obras Sanitarias de la Nación (O.S.N.), que le fue entregada por 20 años a la Lyonnaise des Eaux y Sociedad Comercial del Plata, sin pago alguno, solamente con el compromiso de una cierta cantidad de inversiones que no se cumplieron. Además fueron privatizadas las centrales eléctricas y sus distribuidoras, que se convirtieron en Edenor, de capitales franceses, y Edesur, de capitales chilenos y norteamericanos. Estos últimos también se hicieron cargo de grandes obras hidroeléctricas, como El Chocón y Piedra del Águila, localizadas en la Patagonia argentina. En cuanto al sistema financiero, se privatizaron una decena de bancos provinciales y, en 1994, el sistema de jubilaciones y previsión social pasó a manos de unas veinticuatro Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (A.F.J.P.) privadas. De los 11 puntos del salario que el trabajador aportaba para su jubilación, las A.F.J.P. les capitalizaban sólo 7,5, quedándose con el 3,5 restante para gastos de seguro y administración. En 1994, esas comisiones ascendieron a una suma aproximada a los 3.100 millones de pesos-dólar. 

Si bien entre 1990 y 1994 se llevaron a cabo la mayor parte de las privatizaciones, dicho proceso se extendió hasta 1998 e incluyó el Mercado de Hacienda de Liniers, la empresa de Correos, así como los principales medios de comunicación -canales de T.V. y radios- bastiones fundamentales desde donde, con comprensible fervor, se denunciaba la ineficacia de las empresas estatales.

Varias son las posibilidades de trabajo para abordar con los estudiantes este proceso de privatizaciones. Aquí proponemos estudiar la privatización de Y.P.F., la empresa de energía más importante de la Argentina. Para adentrarnos en esta temática, hemos seleccionado un texto informativo elaborado por especialistas en sociología, con el objetivo de poner en contacto a los estudiantes con materiales de divulgación científica que abordan problemáticas contemporáneas de alta significatividad social. Los autores del texto forman parte del "Grupo Fénix", creado en el año 2000, como un intento de forjar ámbitos de pensamiento críticos respecto del discurso hegemónico del neoliberalismo.

A través de la lectura del texto "A 20 años de la privatización de YPF. Balance y perspectivas" (Sabbatella, I. y Serrani, E.), les proponemos a los estudiantes que analicen el proceso de privatización de una de las más grandes empresas de la Argentina, teniendo en cuenta los intereses de los grupos económicos y de los trabajadores, apreciando el modo en que esos intereses entraban en conflicto y advirtiendo especialmente el rol del Estado en ese proceso de privatización, así como los resultados en términos de volúmenes de producción y exploración de nuevas fuentes de recursos. Luego, podemos solicitarles la elaboración de un conjunto de argumentos escritos que impugnen la privatización.

A 20 años de la privatización de YPF. Balance y perspectivas

Imagen A 20 años de la privatización de YPF. Balance y perspectivas

Ignacio Sabbatella y Esteban Serrani

2012

Opción 2. Un cortometraje sobre los impactos sociales de las políticas neoliberales en la Argentina de fines del siglo XX

Aquí retomamos al cine ficcional como una herramienta que, en términos de la finalidad pedagógica que nos convoca, puede habilitar otras perspectivas de análisis sobre los fenómenos históricos que pretendemos conocer. En esta ocasión, recomendamos el trabajo con la película Pizza, birra, faso. Consideramos que esta película puede habilitar una reflexión crítica sobre el desamparo al que estuvieron expuestos vastos sectores sociales durante el período 1989-2001.

Aquí compartimos un fragmento del film.

Pizza, birra, faso

Adrián Caetano y Bruno Stagnaro

1997

Buenos Aires

La película aborda la temática social y económica de la marginalidad en la Argentina de los '90. El relato se centra en un grupo de adolescentes que deambula por Buenos Aires viviendo del robo, pero dependiendo de alguien que siempre se queda con la mayor parte del botín. Mientras los jóvenes van atravesando diversas vicisitudes, la narración fílmica se muestra permeable a los problemas de la época, haciendo énfasis, de manera indirecta, en la ausencia del Estado en materia de seguridad social y protección de la población más vulnerable.

Luego de compartir con los estudiantes una mirada atenta y crítica de la película, podremos proponerles la elaboración de un breve cortometraje (utilizando para la filmación las cámaras de algunos teléfonos celulares o las cámaras de las mismas netbooks) que pueda funcionar como un "trailer" de Pizza, birra, faso. Al momento de elaborar el cortometraje, los estudiantes deberán tomar en cuenta las siguientes cuestiones:
  • Las consecuencias sociales de las políticas neoliberales: aumento de la pobreza y de las desigualdades, desempleo, precarización laboral, entre otras.
  • El delito como estrategia de supervivencia de jóvenes en condiciones de marginalidad y sus consecuencias sobre su cotidianeidad .
  • La incertidumbre del futuro como uno de los rasgos de la marginalidad social.

Cabe aclarar aquí que, para la elaboración del cortometraje, sería pertinente trabajar en colaboración con el Área de Educación Artística, especialmente con Artes Audiovisuales. Se debe además tener en cuenta que, cuando hablamos de producción de un cortometraje, no estamos pensando en estándares cinematográficos canónicos sino en una producción audiovisual sencilla que permita a los estudiantes poner en juego sus habilidades con las TICs, su creatividad, su sensibilidad y compromiso social, así como sus conocimientos acerca de las consecuencias sociales del neoliberalismo sobre las condiciones de vida de los sectores populares.